martes, 15 de mayo de 2012

1. POV Kaitlyn

Reencuentro

Hoy era el día. El gran día. Después de cinco años, por fin me reencontraría con mi mejor amiga. La había echado muchísimo de menos desde que se fue a España. Su madre se había casado con un español y
debía irse a vivir con ellos. Esa fue la razón que nos hemos mantenido alejada tantos años, pero ahora que nos íbamos a reencontrar...Estaba muy emocionada. 
En todo ese tiempo, solo nos habíamos visto un par de veces: en unas vacaciones que fui a España a visitarla porque la extrañaba mucho y en otra ocasión, en la que fue ella la que vino a Londres a verme a mí, pero ya habían pasado unos cuatro años de eso. Solíamos hablar a menudo por teléfono y por redes sociales, pero no era lo mismo que cuando ella vivía en Londres y nos veíamos todos los días. 
Ahora que volvía para quedarse, todo sería igual que antes de que se marchara. No, sería mucho mejor ya que ahora éramos mayores de edad y podíamos hacer lo que quisiéramos y cuando quisiéramos sin que nuestros padres nos dijeran nada. Además, solo venía ella. Se quedaría en la casa que mis padres me regalaron por cumplir los dieciocho años, aunque anteriormente había sido de mi abuela. Solo tuvimos que reformarla y decorarla a mi gusto y al que supuse que a Shelly le gustaría..Viviríamos juntas, como siempre habíamos soñado desde que éramos muy pequeñas. Nos pasábamos el día planeando nuestro futuro juntas, aunque cuando se fue, todo se arruinó y lo dimos por perdido. Pero ahora que regresaba...Podríamos retomar todos los planes que hicimos.
Eran las nueve y media de la mañana cuando me digné a salir de casa para ir a recogerla al aeropuerto. No había mucho tráfico, por lo que llegué antes de lo previsto a pesar de haber salido de casa con retraso,
A cada segundo que pasaba yo me ponía más nerviosa. Todavía no me podía creer que volvería a tenerla a mi lado después de haber estado tanto tiempo sin ella. Después de haber incluso llorado su ausencia en los peores días de mis días, ahora volvería a mi vida por la puerta grande.
Comenzaba a desesperarme. Miré mi reloj. Eran las diez menos cuarto y Shelly tenía que haber llegado hace mas o menos diez minutos.
Levante la vista de mi reloj para evitar ponerme más nerviosa. Oí como alertaban a las personas que estaban en el aeropuerto de que se realizaría un aterrizaje. Supuse que ella bajaría de este y ese pensamiento hizo que me impacientara. Necesitaba verla, abrazarla y decirle lo mucho que la había echado de menos.
Había visto unas cuantas fotos de ella en Tuenti por lo que supuse que sería capaz de reconocerla a pesar de que hacía años que no nos veíamos.
Un montón de gente llegó al aeropuerto. Eran casi todas adolescentes con cámaras de fotos en las manos y alguna de ellas llevaban la cara pintada de unos nombres que me resultaban muy familiares. No me acordaba de que hoy los chicos de One Direction regresaban de su gira por América. 
Siempre me había parecido que las adolescentes son muy exageradas. Una cosa era que te gustara su música como me pasaba a mi, pero eso de ir a recibirles al aeropuerto con las caras pintadas...Me parecía demasiado.
No quise entretenerme con esas chicas. Yo estaba allí para darle la bienvenida a mi mejor amiga y para aprovechar el tiempo a su lado.
El avión que venía de España aterrizo. Cada vez estaba mas nerviosa, pero en cuanto le diera un abrazo, todo estaría al igual que siempre.
La gente comenzó a desembarcar al mismo tiempo que algunos guardias de seguridad ponían algo de orden en aquel aeropuerto.
Aquel grupito de Directioners estaba cerca de mi, por lo que me alejé de ellas para que no me relacionaran con ellas. Estaba loca, pero no tanto.
Un montón de gente comenzó a coger sus maletas, pero todavía no había visto a Shelly por ningún lado. Comenzaba a ponerme nerviosa porque tal vez había pasado algo y venía en el siguiente vuelo o incluso no venía. Me dí la vuelta para mirar a una chica que estaba gritando por la ilusión de que vería a uno de sus ídolos. ¿Era necesario llamar la atención cuando todavía no habían ni llegado?
Me llevé las manos a la cabeza, me peiné un poco como pude y me di la vuelta de nuevo. Al hacerlo, una sonrisa se dibujó en mis labios al encontrarla allí. Estaba tan guapa como había visto en las fotos aunque algo perdida ya que no me encontraba. 
-¡Shelly!-grité con la esperanza de que al escuchar mi voz, pudiera localizarme.
Desde donde yo estaba, vi como una sonrisa al igual o incluso mas radiante que la mía se dibujaba en sus labios, al mismo tiempo que venía corriendo hacia mi.
Hice lo mismo y comencé a correr hacia su dirección y cuando estábamos a menos de diez centimetros de distancia, extendí mis brazos y la abracé fuertemente. Ella, con sus brazos, también me abrazaba fuertemente a mi bajo la mirada de todas las adolescentes enloquecidas.
-¡No sabes cuanto te he echado de menos Shelly!-le dije sin soltarla.
-Ni la mitad de lo que te he extrañado yo.
-Joder, estas guapísima Shelly...
-¿Y tú que?
-¿Yo que?
-¿Te has mirado al espejo estos últimos años? Estas preciosa Kaitlyn.
-¿Que tal está tu madre?-le pregunté.
-Pues igual de loca que siempre la verdad...¿Y tus padres?
-Igual de pesados que antes.
Las dos reímos mientras nos dirigíamos a coger sus maletas. La gente no dejaba de coger maletas, mientras que Shelly y yo seguíamos esperando a que salieran las suyas, pero no había ni rastro de ellas. 
Decidimos esperar unos minutos para ver si salían mientras le iba contando donde viviríamos y todo eso. Ella estaba emocionadísima de estar aquí en Londres conmigo y aún mas de quedarse a vivir aquí. Sin duda, sería la mejor etapa de nuestra vida, pero para empezarla, debíamos recuperar sus maletas.
Al ver que no salían, nos dirigimos a un mostrador en el que había una chica joven que parecía bastante amable. 
Después de contarle lo que pasaba, llamó a alguien para que se aseguraran de que no se habían dejado ninguna maleta en alguna parte del avión. Al parecer, Shelly no era a la única que le había pasado esto ya que había unas cuatro personas mas en la misma situación que nosotras.

Estábamos hablando de nuestras cosas, cuando el grupo de chicas que había allí comenzó a gritar, a llorar y a sacar fotos a aquellos chicos que acababan de aparecer por las puertas de desembarque. Ya estaban dando la nota.
-¿Que es lo que pasa?-preguntó Shelly.
-Esos chicos, son los de One Direction, un grupo bastante famoso de por aquí...
-He oído hablar de ellos...
-¿Te gusta su música?-le pregunté sorprendida. Que yo recordara, ese no era el tipo de música que le gustaba a Shelly.
-Sin mas, algunas canciones son chulas, pero ellos me caen mal.
-¿Y eso?
-Parecen unos niñatos completamente pijos y engreídos -me confesó.
¡Shelly y su sinceridad! Seguía siendo la misma Shelly que se había ido de mi lado años atrás.
Mientras hablaba con ella, eché un vistazo a las fans que no dejaban de gritar y de sacar fotos. Reconocía a los chicos de varias revistas y de que me consideraba su fan, pero no tanto como esas locas. 
Iba a volver a mirar a Shelly cuando vi a la única persona de ese grupo que realmente llamaba mi atención. Me debí quedar bastante atontada mirándolo ya que cuando me quise dar cuenta, el me estaba mirando y Shelly me llamaba.
-¡Kaitlyn!
-¿Que?
-¿Que miras?-me preguntó ella mirando en la dirección a la que yo miraba segundo antes -. ¿A alguno de esos?
-Que va, miraba a una de las fans...Me gusta su camiseta -disimular se me daba bien.
-Chicas, las maletas han aparecido en otro compartimento del avión. En diez minutos las tendréis aquí -nos dijo la azafata que nos había atendido anteriormente.
Nos sentamos en las sillas que había en el aeropuerto mientras que yo, sin que Shelly se diera cuenta o sin que se me notara mucho, estuve observando a los chicos.
Pronto nos llamaron para coger las maletas de Shelly y tras recibir las disculpas de aquella azafata, nos fuimos del aeropuerto para que Shelly se instalara en casa. 
-Por fin -dijo ella cuando salimos y entramos en el coche.
-¿Que pasa?
-Que por fin vamos a dejar de oír a pesadas gritar cosas y con suerte, no se nos han derretido las retinas con los flashes de las cámaras.
-Pues la verdad es que si -dije yo aunque en parte, me hubiera gustado quedarme un rato mas allí para observarle desde la lejanía.

No tardamos mucho en llegar a casa. Shelly se quedó alucinada al verla por dentro. Subió corriendo a su habitación a dejar las maletas para poder seguir viendo la casa. 
-¡Es increible!- dijo ella mientras se tumbaba en el sofá.
Tal vez era que yo estaba acostumbrada a verla y por eso no me resultaba tan alucinante, pero me gustaba que Shelly estuviera contenta y cómoda en la casa. La casa estaba en Old Jewry. No era la típica casa de estudiantes pero tampoco era una muy lujosa. Por fuera, era blanca, con un jardín en el que había una pequeña piscina que pusimos al reformar la casa. ya que el jardín solo contaba con una barbacoa y tenía bastantes metros desaprovechados.
Estaba rodeada por una verja de una altura media con unos setos bastante altos a su alrededor, para que ningún intruso pudiera entrar en la vivienda o ver que estábamos haciendo en el interior.
Por dentro, la casa era de dos pisos. En la planta baja estaban la cocina, el salón, un baño, un recibidor y como no, las escaleras que subían al piso superior. En este, había tres habitaciones, cada una con su baño y también constaba de una sala de relax. Estaba equipada de unos pufs, un reproductor de música, algún sofá,   una televisión como la de el salón y como no, la Wii, la Play Station y un armario lleno de juegos de mesa.

Después de que Shelly se acomodara y viera bien cada rincón de la casa, teníamos pensado ir a un Starbucks, pero antes queríamos deshacer su maleta. Nos pusimos manos a la obra y entre risas y recuerdos, sobre la una terminamos de equipar su habitación a su gusto.
-Me encanta -dijo ella tumbándose sobre el edredón purpura de su espaciosa cama.
-Ahora solo queda que le des tu toque personal...
-Tranquila, no tardaré mucho en hacerlo, pero ahora...
-¿Ahora que?
-Tengo hambre -dijo ella levantándose enérgicamente de la cama.
Echaba de menos su constante sentimiento de hambre insaciable.
-Que raro que tengas hambre...
-Si en el avión la comida hubiera sido decente, ahora no tendría tanta hambre -dijo ella tirando de mi para bajar a la cocina para preparar la comida -. Venga vamos.
Bajamos a la cocina. Como todavía no sabía donde estaban las cosas con exactitud, yo fui la cocinera por el momento. Ya tendría tiempo de cocinar ella también su ''riquísima'' comida Española.
No nos complicamos demasiado con el menú. Unos espaguetis, una ensalada y con eso, saciamos nuestro apetito.
Shelly se moría de ganas por montar de nuevo en el famoso London Eye, así que nos pusimos los zapatos, cogimos las llaves de casa y salimos hacia aquella construcción que Shelly tanto había añorado.

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